Por: Esteban Velásquez Núñez
Senador de la República
Con poco más de 18 años Amanda Pinto se titulaba como Profesora de Estado en Castellano, carrera cursada en la Universidad de Chile hasta 1905. Más tarde, viajó a Estados Unidos para analizar el sistema educativo norteamericano; pero no fue sólo el sistema educativo lo que le interesaba: al año siguiente fundó el Consejo Nacional de Mujeres con el fin de reivindicar a la mujer dentro de la sociedad, consiguiendo en 1925 la eliminación de la incapacidad de la mujer; y participó luego activamente en la lucha por alcanzar el derecho a voto de las mujeres, lo que se concretó en las elecciones municipales de 1934.
Fue la primera mujer académica en su Alma Mater, delegada presidencial en el Consejo Universitario y fue embajadora de la República de Chile ante las Naciones Unidas. Pese a que en 1955 cesó sus funciones, fue designada profesora emérita, el grado más importante que sólo se entrega a profesionales destacados. Pero su retiro de las aulas no obstó a que siguiera aportando al poder femenino en Chile: en 1961 creó la Liga Cívica Femenina y en 1967 la Confederación de Organizaciones Femeninas. En 1969 fue nombrada miembro de la Academia de Ciencias Políticas, Sociales y Morales del Instituto de Chile.
Tras esta breve reseña de su vida, parece justo llamarla Amanda Pinto, pese a que su nombre pasó a ser Amanda Labarca al casarse con el profesor Guillermo Labarca. No olvidemos que en Chile la mujer no ha estado exenta de dificultades y rechazo en temas educativos y políticos hasta no hace mucho. Las experiencias de Amanda en Estados Unidos –y luego en Francia– le permitieron plasmar sus ideas no sólo sobre las diferencias educacionales, sino además las relativas al rol de la mujer en la sociedad que era de dedicación a la familia y a tareas del hogar; de ahí que en 1914 publicara su novela “en tierras extrañas” a la par de publicar “actividades femeninas en Estados Unidos”, de un carácter más político y que da cuenta de la imperiosa necesidad de que la mujer se involucre en la educación y en la política chilena. A la luz de la historia y transcurridos los años no podemos negar que hay poder en las ideas, sobre todo cuando se concretan y son capaces de cambiar a toda una sociedad.
Cada ciertos ciclos, la naturaleza nos regala adelantados a su época, personas que se atreven a ser fieles a sus ideales y a quienes debe hoy la humanidad contar con mejores generaciones. Bien podría la vida de Amanda Pinto ser objeto de algo más que el monólogo de Ximena Rivas, ¿por qué no producir una serie de televisión?; Chile le debe mucho a esta mujer adelantada a su época.