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[COLUMNA] El cuidado: Una deuda estructural que impacta en la natalidad

En mayo, cuando se celebran a las madres con afecto y gratitud, también es necesario poner sobre la mesa una realidad muchas veces omitida: la sobrecarga estructural que enfrentan millones de mujeres en Chile por su rol como cuidadoras. Más allá de las flores, los desayunos o los saludos, existe una pregunta urgente: ¿qué hemos hecho, para valorar y redistribuir de manera justa el cuidado?

El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es la principal barrera para la autonomía económica de las mujeres. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el último trimestre de 2024, la participación laboral femenina fue de 52,1%, frente al 71,4% de los hombres. Esta brecha de casi 20 puntos no responde a una falta de preparación o interés, sino a una carga desigual: la de cuidar a hijos, adultos mayores y personas dependientes sin el respaldo adecuado del Estado ni del mercado laboral.

Pero esta realidad, además de prolongar la desigualdad de género, se entrelaza con otro fenómeno que preocupa a nivel nacional: la baja tasa de natalidad. Chile ha experimentado un descenso sostenido en los nacimientos durante la última década, llegando a su punto más bajo histórico. ¿Por qué las mujeres deciden postergar o evitar la maternidad? Una de las respuestas está en la falta de condiciones estructurales para compatibilizar el trabajo con la vida familiar.

Sin acceso garantizado a servicios de cuidado infantil, sin redes públicas para apoyar a las madres trabajadoras, y sin una cultura de corresponsabilidad que involucre a hombres, empresas y Estado, la maternidad se vuelve un proyecto cada vez más difícil de asumir.

En un país donde la legislación sobre sala cuna excluye a las trabajadoras independientes o de pequeñas empresas, donde el cuidado de personas mayores recae casi exclusivamente en las mujeres, y donde no se reconoce el valor económico de ese trabajo, la decisión de ser madre se transforma también en una decisión de renuncia: al empleo, a la independencia, al desarrollo profesional.

Frente a este escenario, es importante considerar en las políticas públicas temáticas que resuelvan esta brecha, como: “El Reconocimiento del cuidad como trabajo esencial”, “La expansión y fortalecimiento de programas como “Chile cuida”, “Sala cuna universal”, “Campañas de corresponsabilidad social que distribuyan estas tareas de forma equitativa”

Si realmente queremos homenajear a las madres, debemos dejar de romantizar el sacrificio. No se trata de “agradecer” que lo hagan todo, sino de garantizar que no tengan que hacerlo solas. Porque sin políticas de cuidado sólidas y transversales, no solo se restringe la igualdad de género, sino que se compromete el futuro demográfico y económico del país.

Este Mes de la Madre, el verdadero homenaje es asumir la deuda estructural que tenemos con las mujeres. Y comenzar a saldarla

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