Por: Joaquín Bahamondes
Doctor en Psicología social, académico UCN
El domingo es un día decisivo. No solo decidiremos una elección presidencial, sino también el clima en el cual viviremos los próximos años. El ambiente social es crucial para dar solución a los conflictos en curso, e instituir un Chile más seguro y justo. En este escenario, la posibilidad de un gobierno que no de garantías básicas de respeto a la libertad y los derechos fundamentales de las personas constituye una amenaza que debemos prevenir en las urnas.
Esta amenaza no debe ser subestimada. Los cientistas políticos de Harvard, Levitsky y Ziblatt, advierten que los líderes que tergiversan los hechos y buscan limitar la expresión y libertad de sus opositores políticos constituyen un serio riesgo para la democracia. Por ejemplo, tal como han verificado distintos medios independientes de fact-checking (chequeo de hechos), José Antonio Kast lidera las mentiras empleadas en los debates. Por otra parte, las escrituras públicas oficiales confirman la existencia de sociedades a nombre de Kast en Panamá, cuyos fines son evadir impuestos —algo que ocultó en sus declaraciones de patrimonio—. También es conocido su respaldo a la dictadura militar, y la relativización de sus crímenes. En 1988 hizo campaña a favor de mantener la dictadura y ha negado violaciones a los Derechos Humanos e incluso ha defendido abiertamente a Miguel Krassnoff, condenado por crímenes de lesa humanidad.
La misma línea se sigue en materia de libertades fundamentales. Escrito de forma textual en su programa, Kast busca ampliar las facultades del Presidente de la República para detener a cualquier persona, en cualquier lugar; interceptar comunicaciones sin orden judicial y perseguir a quienes él y su sector definan como activistas de izquierda. Tal como le recordó el periodista Ramón Ulloa, estas son facultades antidemocráticas que solo se han visto en dictadura. El clima será particularmente hostil, más allá de lo simbólico, para la diversidad sexual y las mujeres, quienes verán comprometidas las políticas concretas que buscan reducir la discriminación y la violencia de género.
En materia de seguridad, la evidencia indica que las estrategias que intensifican el enfrentamiento están destinadas al fracaso. Esa es la dirección que quiere tomar Kast en el conflicto Estado-Mapuche, frente a la delincuencia común e incluso respecto de la protesta social. Estas formas de populismo punitivo, afirma la experta en temas de seguridad Lucía Dammert, constituyen una fórmula inefectiva. Esto es clave, puesto que la paz social no se alcanzará a través de una perspectiva criminalizadora y punitiva. Restablecer la justicia y terminar con la cultura de abuso está en el centro del asunto. Toda vez que la élite ha abusado de sus privilegios, el pueblo chileno ha respondido a la injusticia con protesta social—tendencia que, según sostiene el historiador Walter Scheidel, es constante a lo largo de toda la historia humana, enfatizando que no debemos poner “la carreta delante de los bueyes”, es decir, comprender que debemos controlar la injusticia primero, en tanto causa, y la protesta después.
Por esto (y más), la democracia está en peligro. Es necesario que actuemos en consecuencia.