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Olga González, la mujer detrás de Patagonia Maderos: Cultura del vino, gastronomía y excelencia de servicio

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Motivada por sus ganas de trabajar en el rubro financiero, Olga González, oriunda de la comuna de Buin de la región Metropolitana, y criada en un ambiente de servicios gastronómicos, llegó a sus 29 años a tierras nortinas.

  • Luego de siete años decide, junto a su hermano, abrir su primer local de servicios gastronómicos llamado Restaurant Patagonia.

Pero, ¿qué fue lo que realmente la motivó a levantar un negocio como este?

Olga asegura que en la época en la que llegó a Calama notó que “no existía variedad de locales gastronómicos que ofrecieran servicios de calidad, además de los hoteles”. Por lo tanto, esto llamó su interés y planteó la idea de abrir una boutique de vinos a su hermano, quien tenía más conocimientos en el tema debido a que se encontraba en el sur del país.

Así es como decidieron abrir su primer restaurante en el año 2002, que incluía un bodegón, con el propósito de enseñar a la gente a disfrutar la comida acompañada de una copa de vino.

El recibimiento que tuvo el local en la ciudad fue de bastante éxito, tanto que lograron abrir un segundo restaurant llamado Maderos en el año 2007. Sin embargo, algunos años después “mi hermano decidió incursionar con un negocio propio y tomamos caminos separados, siguiendo con ambos locales por mi cuenta”, comenta Olga.

A pesar de que tenía este desafío de administrar ambos restaurantes, no la detuvo de seguir creciendo y emprendiendo, lo que la llevó a impulsar la primera Feria del Vino en Calama en el año 2010.

“Invité a todos los proveedores que tenía en ese año y solo aceptaron la invitación siete viñas. Me decían que era una locura que hiciera una Feria del Vino y en Calama”, expresa con gracia. Aun así, siguió con el proyecto realizándolo en el local de Maderos, organizando los stands de cada participante y logrando así llevar a cabo con éxito diez años seguidos este evento.

Olga destaca el apoyo que tuvo de medios de comunicación locales, que fueron actores claves para la visibilización del proyecto, llegando incluso a ser nombrados y publicitados por CAV, uno de los Club de vinos más grandes del país.

“Logramos realizar un encuentro sociocultural, donde la gente quería conocer sobre el vino, o personas que ya tenían conocimientos querían probar cepas distintas. Y como nosotros hacíamos cata de vinos acompañado de gastronomía era un enfoque totalmente distinto, una de las pocas ferias de este estilo en ese entonces”, comenta Olga.

Esta Feria del Vino logró congregar 36 viñas y más de 500 etiquetas en exhibición, incluso su sexta y séptima edición se realizaron en conjunto al Sindicato de Supervisores en un centro de CODELCO logrando coordinar con la Municipalidad de Calama expositores culturales, ampliando aún más los participantes y novedades de este evento. “La gente esperaba esta feria, llegó a ser una instancia de glamour en la ciudad y tenía una connotación más allá de la Feria del Vino. Un centro de encuentro para toda la gente de Calama”, asegura.

Pero, como toda historia, no todo fue fácil. Olga asegura que hubo prejuicios y detractores debido al hecho de que una mujer fuese dueña de restaurantes y, además, fuese pionera en impulsar una Feria del Vino. Sin embargo, a medida que sus proyectos comenzaron a ser reconocidos y aclamados por la comunidad calameña fueron desapareciendo, “era algo mucho mayor que algo particular”, agrega.

Todos estos logros que ha obtenido debido a su perseverancia la han llevado a tener reconocimientos internacionales. “Un día me llegó una carta donde decía que nos estaban premiando en España. Al comienzo pensé que era un tipo de broma, pero cuando me contactaron nuevamente supe de qué se trataba”, comenta.

Este reconocimiento proviene de la organización Global Trade Leaders´Club de España, donde viajeros recomiendan a esta entidad restaurantes y lugares, pasando por una visita de algunos miembros a las dependencias y otorgando una distinción, y así fue como obtuvo dos veces (2013 y 2014) el prestigio de Calidad y Excelencia en el Servicio en zona extrema.

“Eso fue muy gratificante, porque nos premiaron de afuera, no tuvimos que postular. Nosotros siempre tenemos la preocupación de que el servicio sea de calidad y personalizado. Siempre buscando ser una experiencia”, agrega Olga.

Debido a estos reconocimientos fue invitada a pertenecer a la Cámara de Comercio Internacional, con un premio inspiracional que incita a la superación a través de certificaciones ISO, entre otros.

Actualmente Olga se encuentra administrando junto a su hija su restaurante Fusión Patagonia Maderos, ubicado en Avda. O’Higgins 1456, sector del barrio Parque Brasil de la ciudad de Antofagasta, que pretende ser un espacio para encuentros familiares gracias a su amplia infraestructura, donde cada fin de semana artistas locales animan y acompañan a los comensales. “Por mi parte este va a ser el último empuje en lo que respecta a restaurantes. Hay otros proyectos que quiero ser en esta etapa de mi vida, asique espero seguir apoyando a mi hija que quiere perseverar con el negocio”, agrega.

Asegura que, a pesar de los costos que conlleva estar en el rubro de la gastronomía, los factores externos que provocan crisis económicas y sociales, como lo fue la pandemia, son parte de la dinámica y es lo que lo hace único.

Finalmente, “este rubro es muy absorbente, necesita mucha presencia y para mí ha sido fundamental el apoyo de mi familia y amigos. Estoy agradecida de Calama, ciudad donde me realicé y surgí. Doy gracias a Dios y a la Virgen por siempre guiarme”, puntualizó Olga.

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