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[COLUMNA] Estado incapaz y falsas promesas: lo que subyace al malestar hacia los venezolanos

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Por Alejandro Cataldo Díaz
Egresado de Administración Pública

Hace un tiempo atrás, tuve la gracia de poder escribir una columna para este mismo medio, en la cual hacía mención y resumía de cierta forma una idea que el profesor de políticas públicas de la Universidad Diego Portales, Hassan Akram, habría escrito sobre la relación entre la xenofobia y el neoliberalismo. Todo aquello, bajo el contexto de la discusión de la nueva ley de migración, que venía a reemplazar a la antigua de 1975.

Desde eso ya ha pasado un año entero, la nueva ley de migración se promulgó y, sorpresa, los problemas que conllevan los fenómenos migratorios en Chile no han cambiado, de hecho, se podría decir que han empeorado.

Lo que se vivió en la ciudad de Iquique el día 25 de septiembre del 2021 marcará un antes y un después en nuestra historia, no me cabe duda. Tal nivel de violencia, ira y odio no quedan como un hecho aislado, si no que se marcan en la piel de cualquier cultura, nación y Estado. Fueron 5.000 las personas que marcharon y manifestaron su malestar, marcha que terminó en los hechos que todos y todas conocemos, la horrible quema de carpas, ropas, documentos y artículos de primera necesidad de los venezolanos que buscan un mejor vivir en Chile.

Pero ¿podemos decir que la marcha era contra los inmigrantes y la migración en general? Veamos los hechos. En primer lugar, se debe tener en cuenta todas las entrevistas que se hacen a los iquiqueños, en ellas, la gente muestra un relato interesante, durante años han convivido con distintas personas de otras nacionalidades como son peruanos, bolivianos, colombianos e incluso venezolanos.

Segundo, es importante considerar los carteles y banderas de la marcha, lo más curioso son las segundas, porque éstas eran de distintos tipos: pueblos originarios, banderas chilenas y la bandera negra con la estrella blanca que hace recordar a las que se usaban en el Estallido Social junto al lema “Chile despertó”.

¿Por qué considero relevante este tipo de cosas? Porque gracias a ellas se puede entender que bajo la manifestación vivida en Iquique, subyace algo mucho más profundo que un malestar hacia la inmigración, sea legal o no; sea por pasos fronterizos habilitados o ilegales; sean venezolanos, colombianos, peruanos o bolivianos. Lo que manifiestan los iquiqueños, en general, es un descontento y abandono por parte de las instituciones del Estado. Digo en general porque, sin duda, hay personas que si sienten y manifiestan una xenofobia irracional.

Es común escuchar a las personas decir que los venezolanos, y extranjeros latinoamericanos, vienen a quitar el trabajo a los chilenos, vienen a delinquir y arruinar “la cultura” del país. Pero, fuera de todas esas afirmaciones, las cuales han sido desmentidas constantemente, curioso es que hay un sentir en el individuo nacional que afirma, supuestamente, que los inmigrantes tienen más derechos que los chilenos.

Esto sucede, básicamente, porque nuestro Estado, nuestras instituciones públicas son completamente incapaces de satisfacer las necesidades básicas de la gente, además de no defender ni garantizar los derechos de las personas que viven en Chile. Entonces, sucede que cuando una persona de otro país recibe una pequeña pizca de derecho cumplido, genera, en el chileno, una falsa sensación de que esa persona tiene más derechos que él mismo. Esto finalmente provoca una envidia del sujeto, lo que conlleva un malestar que se puede manifestar en hechos parecidos a los vividos en Iquique.  

Además, y como explico en la columna del año pasado, el neoliberalismo impide que la matriz productora chilena se desarrolle, con lo cual, aumenta la inseguridad económica de los chilenos y chilenas, alimentando ese miedo de que el extranjero viene a quitar trabajo y quitarte tus derechos.

El Estado y el gobierno actual ¿Qué han hecho para solucionar la crisis?, que no se viene arrastrando desde esta semana, sino que de meses y años atrás, simplemente seguir el patrón que el sistema ha impuesto: falsas promesas y una ley realizada bajo un marco ideológico neoliberal.

Sebastián Piñera, junto a otros personeros de su gobierno, deben hacerse responsables por sus discursos emitidos, en los cuales invitaban a venezolanos a vivir en Chile. Famosa es la entrevista donde el presidente, textualmente decía “vamos a seguir recibiendo venezolanos en Chile”, dada en 2018, o las declaraciones de ayuda hacia los del país caribeño en el evento de Cúcuta. Parecidas declaraciones haría el 2019 la entonces vocera de gobierno, Cecilia Pérez: “se seguirá recibiendo migración venezolana a Chile hasta que el país lo resista”.

Finalmente, y tal como mencionaba en mi columna anterior, la nueva ley de migraciones se hizo bajo un sistema neoliberal que no asegura los derechos básicos a nadie, con lo cual, solo ha aumentado la crisis y muy probablemente siga siendo peor para todos. Esta es una situación de perder-perder, donde ningún actor gana, ni el Estado, ni los chilenos, ni los inmigrantes.

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