Por: Pamela Chávez. Emprendedora Endeavor y fundadora de Aguamarina.
En esta nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, vemos con optimismo como cada día somos más las que alzamos la voz para visibilizar las brechas de género en diferentes ámbitos, entre ellos la necesidad de igualdad en el mundo laboral y en la elección de altos cargos directivos.
Si bien las cifras muestran un crecimiento- según el último Ranking de Empresas IMAD, la participación de mujeres en directorios pasó de un 9% en 2017 a 15% en 2019- los números aún son bajos y nos exigen como sociedad avanzar hacia cambios reales, que por una parte nos permitan hablar de equidad, y por otra entender los beneficios de potenciar liderazgos femeninos dentro de las organizaciones.
Como emprendedora con más de 15 años dirigiendo una empresa en la industria de la minería y la biotecnología, un rubro generalmente manejado por hombres, he podido promover una cultura organizacional donde la diversidad (en todo sentido) es uno de los valores más sobresalientes de la empresa, valor que hasta ahora se aleja del patrón que vemos a nivel nacional.
¿Cómo lo hemos logrado? Muchos pueden pensar que la solución estaría en instalar cuotas obligatorias como se ha debatido al hablar de paridad de género a nivel nacional, pero la verdad es que no ha sido necesario. He sido testigo de que el aumento de mujeres en puestos de alta dirección inspira a otras a subirse al barco y ahí es donde debiera estar el foco, en inspirar y movilizar.
Para esto, es importante trabajar el liderazgo como un estándar y que no dependa del género. No podemos pedir equidad dividiendo en liderazgos femeninos y masculinos, ya que el liderazgo es uno solo, el mejor. En ese sentido, el cambio cultural es el primer paso para transformar las organizaciones, finalmente no es un tema de mujeres, es un tema de cómo a través del talento y la diversidad avanzamos en cambiar las miradas tradicionales que aún nos frenan.
El camino es largo, y las nuevas generaciones, que están instalando un cambio de mentalidad y promoviendo el desarrollo de políticas de género en distintos espacios, son fundamentales y tienen mucho que enseñarnos a quienes hoy estamos liderando el mundo privado y público.
No perdamos esta gran oportunidad y avancemos desde las bases invitando a las mujeres a emprender, a tener confianza en sí mismas y a pensar en grande.
Debemos demostrar que el éxito no depende del género, tenemos que contagiarnos de la pasión de otras, hacer bien nuestro trabajo, destacar y así ir rompiendo techos de cristal para poder ir instalando como un valor intrínseco en las empresas, la diversidad.