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Ballenas, pinguinos, aves y más: La aventura ecosustentable que propone Turismo Buenaventura en Mejillones

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De la mano de una pequeña pero muy bien equipada embarcación, Jorge Cabrera y su equipo salen desde el terminal pesquero de Mejillones para recorrer la especial y enigmática Bahía de Mejillones.

A las 10 de la mañana comienza el embarque, y casualmente son diez las personas que acompañarán a Turismo Buenaventura en este recorrido ¿La meta ideal? Poder encontrar a las ballenas.

El perfil de los pasajeros es diverso, personas jóvenes, personas mayores, personas que han navegado antes y personas que no, pero todos con visibles caras de emoción y expectativa, también rodeados por el aura de misterio del tour “¿Qué veremos?”, es la pregunta que parece verse en los rostros de muchos.

El tour inicia suave y lento, con calma, el mar está tranquilo y desde el comienzo del recorrido ya se pueden visualizar muchas aves, y lobos marinos juguetones que saludan a la tripulación. Jorge se sitúa en el centro de la embarcación y explica de qué se trata el tour. Entrega unos folletos para poder hacernos una idea de cuán vasta es la fauna que rodea la bahía de Mejillones, y el maravilloso ecosistema que se encuentra tan solo a unos metros de la orilla. Desde ya, se percibe el respeto y cariño por su tierra, y sobre todo, por su mar, algo heredado de su familia, personas que cómo él también tuvieron trabajos relacionados al mar.

Jorge explica también la dinámica de trabajo: aquí, en medio del mar, todos trabajaremos juntos para visualizar las señales que nos lleven a ver a algún cetáceo en la bahía.

Los pinguimos de Humboldt aparecen tras unos minutos de recorrido. Simpáticos, veloces y pequeños, estas aves no voladoras disfrutan el mar y la cantidad de peces que en ese momento se encontraban en la zona. Peces que también atraen a otros tipos de aves, de hecho, son más de cincuenta las aves que se pueden encontrar en el sector entre pingüinos, pelícanos, distintos tipos de patos y también de gaviotas.

Cuando llevamos cerca de una hora de recorrido se visualiza el primer rastro de no una, sino que dos pequeñas ballenas jorobadas. El clima cambia por completo, la emoción está en el ambiente. Jorge incluso pone en un parlante, que hasta entonces nos ha acompañado con música, una melodía especial para atraer a nuestras curiosas visitantes, y así es.

Gloria Diaz, pasajera a bordo, revive con emoción las memorias junto a su padre con quien salía a navegas por la costa de Valparaíso, entre lágrimas, relata después que hace más de 60 años no veía una ballena. “Es algo maravilloso, me trajo tantos recuerdos con mi papá de cuando salíamos a navegar, antes se andaba mucho en barco. (…) Estoy muy contenta y agradecida del joven y su equipo, esto ha sido una experiencia fantástica”.

Como si supieran que son el centro de atención, las jóvenes gigantes se quedan cerca de 20 minutos rondando a la embarcación. Son tan curiosas como los tripulantes, y dejan ver sus majestuosas colas y dorsos. El motor está apagado, lo único que mueve a la embarcación es vaivén de las pequeñas olas que se forman, el silencio reina, y lo único que se escucha son las colas aterrizando en el mar, y los comentarios de los turistas que, emocionados, sacan fotografías y conversan entre todos.

El tour continúa esta vez camino a las loberas. Allí, conocemos los dos tipos de lobos marinos que viven en el lugar: el lobo marino común y el lobo finos. En el sector habitan no solo lobos, sino que también pingüinos y otras aves que los acompañan entre los roqueríos que se erigen desde el fondo del mar.  Desde lo alto, lugar al que escalan de una particular y graciosa manera, nos observan con atención y nos gritan, nadie supo si nos saludaban amistosamente o nos lanzaban unas maldiciones, pero el espectáculo era bastante particular y divertido.

Bastan unos minutos más para encontrar la señal de otras ballenas. Esta vez de otro tipo: ballenas bryde, y ya no una, ni dos, son tres. Nos acercamos a un poco más de velocidad, dada la particularidad de que estas ballenas son más rápidas que las ballenas jorobadas. Lo que distingue a estas ballenas de las jorobadas, además de su velocidad, es que saltan fueran del agua. Son tan veloces que la cámara de muchos no logra captarlas, pero la emoción está latente. Tras lograr acercarnos lo suficiente, la dinámica es la misma que la anterior: motor apagado, para no molestarlas.

En Mejillones CIFAMAC ha logrado observar seis tipos de ballenas: Ballena Azul, Ballena Franca Austral, Ballena Bryde, Ballena Jorobada, Ballena  de Aleta y Ballena Minke. Esto ha llevado a generar la Ruta de las ballenas, un espacio de conservación y respeto a estas especies protegidas, sin embargo, esta ruta se ve en peligro debido a embarcaciones que no respetan los límites de velocidad permitidos o realizan maniobras que ponen en riesgo a los cetáceos. Sin ir más lejos, en el mismo tour presenciamos asombrados como una embarcación de gran tamaño se acercaba a toda velocidad al sitio en donde se encontraban dos ballenas jorobadas pequeñas, mientras Jorge, con sus brazos alzados, intentaba avisar que más adelante se encontraban estas dos criaturas que, probablemente, poco y nada entendían del riesgo y peligro que sufrían en ese momento.

El tour va llegando a su fin. No sin antes mostrarnos con lujo de detalles todas las playas de aguas cristalinas con las que cuenta la bahía, a algunas de ellas solo se puede llegar en bote, servicio que también ofrecen. En la vuelta, nos encontramos con bandadas de pájaros, cientos de ellos se alimentan de los cardúmenes de anchovetas que nadan en el lugar. Gaviotas Peruanas y dominicanas, gaviotines chicos, patos yecos, playeros blancos, cormoranes liles, y otras especies flotan en el mar, asombrándonos con sus diferentes tipos de picos, patas, plumajes, colores y graznidos.

Nuevamente el motor es apagado para poder pasar entre ellas y no sobre ellas. Un clima de respeto que se percibe durante todo el trayecto, y que todos los pasajeros agradecieron. Este amor es lo que llevó a Jorge hace tres años a crear esta agencia de turismo, que cuenta con certificación y autorización para navegar, y que junto a un equipo compuesto por cinco personas que aman la bahía, creen en un turismo respetuoso, ecosustentable, y que potencie a Mejillones como un foco de atracción no solo nacional, sino que internacional.

Una vez en tierra, tras poco más de cuatro horas de navegación, es hora de decirnos adiós. Los pasajeros, ahora amigos de aventuras, se despiden amistosamente, algunos comentan lo maravilloso de la aventura, como si no creyesen todo lo que acaban de ver. Otros revisan sus fotografías, otros voltean sus cabezas hacia el horizonte, reconociendo el lugar en el que se encontraban hasta hace pocos minutos.

La mística de este tour es algo que se queda, como una huella. En palabras de Jorge, nunca se sabe qué vas a encontrar, por eso el nombre “Buenaventura”, y sin duda, es una aventura que los diez pasajeros que conformamos la tripulación ese sábado, nunca vamos a olvidar.

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