El perro era conocido en el sector del Jumbo Angamos.
Un perrito mestizo de pelaje combinado, tirando a clarito, ronda el sector de Jumbo Angamos. Ya es conocido, a veces acompaña al caballero que vende arrollados primavera, también le gustaba acompañar estudiantes, otras veces gusta de perseguir automóviles. Parece siempre estar contento, es curioso y amable. Los vecinos y quienes lo veían a diario lo apodaron Jumbo, algunos Jumberito, pero él ya se había ganado el corazón de la gente mucho antes de tener nombre.
Jumbo era la descripción de un buen perro callejero: Andariego, coqueto, busquilla, pero siempre muy amable con la gente. Fueron estas y otras características del can que llevaron a Mariel, una vecina del sector, a acobijarlo en un complejo de departamentos frente al supermercado; allí le construyó una casita en las afueras, un lugar que pudiese refugiarlo del frío de la noche y alimentarse y tomar agua a diario.
Con el tiempo, también le puso una placa de identificación en que estaba su número de teléfono. De allí nacen anécdotas divertidas, como las llamadas en la madrugada avisando que Jumbo se encontraba paseando por el sector del Mall, sin embargo, Mariel trabajaba por turnos en minería y no siempre podía ir a su rescate, pero siempre se coordinó con otros animalistas para traer al perrito aventurero de vuelta a su lugar.
Sin embargo, las cosas cambiarían para el can cuando Mariel debió cambiarse de casa, desde entonces, se le notaba deprimido y triste, para Jumbero ya no era lo mismo, además, estaba envejeciendo, ya no podía perseguir autos como antes, otros perros comenzaron a llegar al sector, y con sus años encima la vida en la calle se ponía cada vez más dura.
Fue así que Jumbo haría su nexo con Fundación Survivor. Mariel se contactó con la fundación buscando una alternativa para que Jumbo pudiese vivir sus últimos años en un buen lugar, en donde tuviese compañía y se sintiese tan acogido como antes, y sobre todo, que estuviera seguro y fuese tan querido y amado.
Para ese entonces, los fundadores y voluntarios de Survivor se encontraban trabajando en un proyecto en el sector del Ex vertedero de Antofagasta: un refugio seguro para perros. La tarea había sido dura, pero estaba mostrando sus primeros frutos. El trabajo implicó la limpieza de un sector del lugar, así como también el comienzo del trabajo con las jaurías de perros que habitaban allí, muchos de ellos bastante salvajes dadas las condiciones de sobrevivencia en las que se encontraban, de hecho, fueron estos perros los que comenzaron a atacar y finalmente matar a los perritos más viejos, de allí nace la idea de cercar y crear este refugio, buscando darles una alternativa digna a aquellos canes que, al igual que Jumbo, necesitaban vivir una vejez tranquila.
Tras refugiar por bastante tiempo a los canes añosos del sector, nació la idea de apoyar a canes de otros sectores y brindarles la posibilidad de ingresar a este espacio seguro, así es como llegó Jumbo al refugio, siendo uno de los pioneros de este experimento que, gracias al amor y apoyo de la fundación y sus voluntarios, resultó excelente.
Jumbo pasó sus últimos cuatro años de vida en este lugar, caracterizado por su carácter fiel, amable y humilde, así como también por su gusto por las galletas dulces. Los voluntarios comentan que era un perro que siempre estaba feliz y dispuesto a acompañarlos durante las rondas y tareas diarias del refugio, sin mostrar signos de dolor pese a que ya sabían que la edad le había traído algunos problemas. En sus días finales, vivió aquejado por un problema mandibular que ya no era operable, sin embargo, recibió la contención y amor hasta el final. Su último suspiro lo dio mientras dormía.
Jumbo fue la descripción de un perro bueno, que no dejó que sus experiencias en la calle marcaran su vida junto a los humanos y que dejó una huella latente en quienes compartieron con él.
En memoria de Jumbo.